martes, septiembre 19, 2006

TERRAZAS DE ARROZ DE LONGJI

La noche anterior contratamos con el hotel una excursión para ver las famosas terrazas de arroz de Longji. El precio era 170 yuanes por persona e incluía el transporte, la entrada a las terrazas y los guías. A las 7.30 am nos vienen a buscar al hotel y en un microbus junto a otros turistas nos ponemos en marcha. Son cuatro horas de camino (una hasta llegar a Guilin y las restantes para llegar a Longji) que nos resultaron un poco pesadas ya que cuando nos montamos en el microbus ya estaba lleno y solo quedaban los dos asientos junto al conductor, bastante estrechos e incómodos. El paisaje, como siempre, no decepciona, pasamos de las colinas suaves de Yangshuo a paisajes de alta montaña con poblados bosques de bambú.

Parada en el camino para desayunar....


...e ir al baño!!

Las terrazas de arroz de Longsheng Longji tienen 700 años de historia, construidas durante la dinastía Yuan, representan un ejemplo de la inteligencia de la minoría Yao (habitantes de estas tierras junto a otras minorías) al adaptar terrenos montañosos y agrestes para el cultivo de arroz mediante el sistema de terrazas. La minoría Yao vive en unas preciosas casas de madera que se adaptan al terreno y dibujan un paisaje de ensueño. Además contar que las mujeres de esta minoría se caracterizan por tener una larguísima melena que recojen en un tipo de moño muy especial. Por último comentar, que en esta zona hay dos lugares para ver las terrazas: Ping´an y Jingken, nosotros fuimos a la última.

Bueno, pues al llegar al final del trayecto nos encontramos un grupo de estas mujeres de la minoría Yao que nos esperaban y nos acompañaron a todo el grupo hacia su poblado y allí subiendo cuestas escalonadas (preludio de lo que nos esperaba más tarde) llegamos al lugar donde íbamos a comer.


En el autobús la guía nos dijo que aquellos que quisiéramos podíamos comer por 20 yuanes cada uno comida tradicional de la zona y por 15 yuanes más podríamos asistir a un pequeño espectáculo ofrecido por las mujeres Yao. La verdad es que lo pagamos pero con un poco de recelo, al final todo estupendo. En cuanto a la comida fueron sacando diferentes platos de la zona junto con un cuenco enorme de sopita que entraba estupendamente y un bol enorme de arroz que iban reponiendo a cada momento, todo ello regado por un rico te. Sobró un montón de comida, vaya festín por 2 euros. Después de comer, cinco mujeres Yao nos mostraron su pelo, deshaciendo y volviendo a hacer su peculiar tocado y a continuación hicieron varias danzas tradicionales mientras cantaban. Muy curioso.

Los miembros de esta etnia entienden y pueden hablar chino pero tienen su propio dialecto, por ejemplo para decir hola no dicen "ni hao" (en chino) sino "cocoon". Las mujeres Yao llevaban a sus espaldas un enorme canasto que usan para trasladar alimentos, sus cosas y en este caso los souvenirs que al final del viaje nos quisieron vender (pulseritas, telas bordadas a mano, postales...). Ellas fueron las que nos guiaron por las montañas hasta llegar a las terrazas de arroz: realmente impresionante. Se perdían en el horizonte. En esta época del año van adquiriendo un tono amarillento, en verano son de color verde y en invierno blancas por la nieve.


Poblados de la minoría Yao



Las terrazas se pierden en el horizonte

¡¡Qué bonito!!



Cosecha de chili picante

Esta vez nos pasó como en Pingyao, nos quedamos con las ganas de hacer noche en este lugar, debe ser espectacular levantarse y ver amanecer en este paisaje. Se lo recomendamos a todo el mundo que tenga ocasión de ir, quedaros al menos una noche en este lugar.

De vuelta a casa, nos encontramos con un pequeño accidente en la carretera. Dos coches colisionaron levemente y se quedaron en mitad de la carretera, en China cuando hay un accidente (hemos visto varios) no mueven los coches para permitir la circulación de los demás, sino que esperan a que venga la policía. De manera que un montón de gente en la carretera mirándonos como bobos y pensando que si teníamos que esperar a que la policía llegara a este lugar recóndito podíamos echarnos a dormir. Al final el conductor del microbús en un alarde de valentía y muy despacito, muy despacito pa no despeñarse (nosotros no íbamos montados) pasó por el hueco que había entre uno de los coches y el abismo, pa haberse matao!!!.